A veces siento que tengo que escribir,
porque el cuerpo me lo pide,
el corazón.
Pero todas esas veces, se me atoran en el pecho
las palabras.
Entonces nada me gusta
y nada tiene sentido.
Solo necesito un poquito,
apenas unas lineas para sentir que es suficiente.
Para ahogar la ansiedad que me persigue
cuando se llena el tanque de emoción.
Es el problema cuando conviven
un cerebro racional y un corazón de bailarina.
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