Ayer fui a probarme por primera vez vestido de novia.
Con la ilusión enorme de pensar que sería algo así como en la tele, donde hay vestidos a montones y para todos los cuerpos...
Lo que debería haber sido hermoso, fue un momento recontra choto de intentar entrar en un vestido que claramente no me quedó bien porque ni cerca de ser mí talle, pero eran los únicos talles.
Bajo la mirada de una desconocida que me decía "claramente igual es para que te hagas a medida" mientras sentía que juzgaba mi cuerpo cada vez que me puso un vestido por arriba porque por abajo no subía porque muslos y cadera, "No, igual el problema no es la altura" dijo sobre el vestido que no quedaba con el largo exacto "es que no le baja toda la tela, imagínate que las modelos son altas como ella".
Hoy tengo pavor de ir a probarme otro vestido, tengo miles de ateliers para ir a ver, pero tengo miedo que sea igual. Que ante la próxima persona que me asesore pase lo mismo, volver a desnudarme y sentir que no valgo nada. Putos estereotipos... Si mí cuerpo no es ni el 1% de la persona que soy, si es solo el envase, ¿Por qué estoy tan perseguida? ¿Por qué ahora cuando veo vestidos solo noto que las mujeres de las fotos tienen un cuerpo distinto al mío y eso inmediatamente me lleva a creer que ahí no habrá talle para mi? ¿Por qué inmediatamente juzgo cada aspecto de mi vida y le resto importancia a mis logros pura y exclusivamente porque en un lugar, los vestidos no eran para mi?
Intento salir de este círculo vicioso, elijo mí próximo atelier y al llegar al momento del "contacto" me freno. Y vuelvo otra vez, ¿Para qué intentarlo si seguro pasa lo mismo?
Cómo salir de esto es lo que queda en veremos. Ojalá pudiera verme como me ven las personas que me quieren, ojalá pudiera creerlo realmente en vez de esconderme atrás de una falsa confianza.
No sé con quien hablarlo, me siento juzgada, mirada con condescendencia, incomprendida (y aún así se que me entendería mucha gente)
Me voy a casar con el hombre que elegí, que amo y que me ama, así como soy. Aún así, entendiendo que tengo la suerte de tener un compañero incondicional que me apoya y me acompaña, solo me puedo enfocar en que un diseñador, con mucho nombre y pocos vestidos en muestra, no tenía vestido para mí.
La rebelión estaría en no dejarme amedrentar por esa situación. Lo sé. Vestidos hay miles, es posible hacerlo a medida, no es el fin del mundo, de hecho es el inicio, pero aún así me paralizó.
Mañana será otro día. El próximo atelier tendrá (o no) la posibilidad de demostrar que las cosas son distintas. Y si no, el siguiente, y así sucesivamente hasta que finalmente encuentre ese vestido que haga que me caigan lágrimas pero de felicidad.
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