Una vez cada tanto se termina la hoja y puedo empezar de cero
con la chance de reescribir la historia.
Pero no sucede en placido silencio
sino que exalta cada célula y da inicio a la guerrilla
tornándome sanguínea, combativa, feroz
llenándome de furia y energía que no cesa
llevándome a niveles de éxtasis ilimitado.
El "ello" abre la jaula y hace de las suyas
picardías y juegos para decir lo prohibido,
es la pierna que muestra el porta ligas
es la mordida de labios de deseo.
Y se caen las mascaras, desaparecen los secretos
y sale Minerva desde la matriz preparándose para la guerra,
siento entonces la femineidad insurrecta brotar de cada poro.
Sensualidad a flor de piel y deseo de roce.
Sentir las manos en los muslos deslizarse,
abrir las compuertas a la lujuria.
Sabanas que envuelven los brazos
que a su vez se aferran al colchón.
El gemido en fa mayor que acompaña
el rock de fondo del encuentro.
Llega así el momento del Allegro en el Invierno de Vivaldi
el punto culmine
el fin del arrebato
y al acabar el delirio:
la paz,
la relajación,
y el apacible murmullo que permite dar vuelta la hoja y seguir escribiendo.
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